11/11/09

A lo Mucha



Para quienes conozcan a este dibujante, habrán visto enseguida su marca en esta estampa: una hermosa mujer vestida con ropas ligeras y vaporosas rodeada de flores. Importante el detalle de la expresión de su rostro: ¿está triste? ¿O está feliz? Nadie lo sabe. Las mujeres que Mucha pintaban carecían de emociones; su destino era, en su mayoría, convertirse en un cartel publicitario. Debían, pues, limitarse a ser bellas. Y ya está.

Mucha no pintaba mujeres: pintaba musas; infinitamente bonitas, pero sin personalidad alguna. No nos decían nada, sólo nos miraban fijamente desde el papel, con una leve sonrisa en los labios. Y tú no sabías si debías amarlas o odiarlas; si eran felices o si, por el contrario, se sentían morir. No sabías quién era la mujer que estabas mirando. Hay veces en que sientes que no te conoces en absoluto; y es en estos momentos cuando me veo a mí misma, rodeada de flores, mirando al frente sin ver nada y con el rostro totalmente inexpresivo. Y una inexplicable sensación de desasosiego, de profundo desamparo, me invade. ¿Sentirían esto también las mujeres que posaron para Mucha?


(Sí, interesante reflexión para tratarse de un dibujo cuyo boceto tiene su origen en la clase de biología del lunes... hay que ver el jugo que una puede sacarle a cuatro garabatos dibujados con desgana en mitad de una clase en la que el tiempo parece no pasar nunca... Por cierto: como dato curioso, al pintar esas flores me sentí morir... por si os sentíais intrigados al respecto)